recibimiento 2015

Yo soy un Julián Chiví, Tú eres un Julián Chiví

Cuentan las ninfas y duendes del bosque que hace un tiempo atrás ocurrió un grave conflicto en las ‘Tierras Adjuntas’ cuyo resultado desembocó en una gesta; una hazaña que marco un glorioso hito histórico para nuestro país.

Resulta, que habían descubierto ricos yacimientos de cobre, oro y plata en las profundidades de la tierra y un proyecto de explotación minera comenzó. Poderosas máquinas arrazaban la capa vegetal destruyendo el hábitat de plantas y animales. En el yacimiento Cala Abajo enormes barrenos taladraban el suelo alcanzando unos 2,000 pies de profundidad. En Piedra Hueca, el túnel cruzaba la montaña extrayendo la riqueza mineral.

En ese lugar vivían felizmente los pájaros, animales y la abundante vegetación. Allí nacían las dulces aguas del bosque para poder vivir. El tajo abierto al sagrado lugar les llegaba al corazón. El descontento de los pobladores se escuchaban por doquier. Qué hacer para salvar la comarca era la inquietud.

Entonces, decidieron celebrar una reunión cumbre en la montaña. Asistió el Pitirre, el San Pedrito-todus puertorisensis-, zumbadores, guaraguaos, hormigas, comején, abejas, reptiles, anfibios, hongos, en fin, todos los residentes de la mal llamada zona minera. Acordaron, junto a sus hermanos árboles dar la batalla por defender la vida y el porvenir.

Sin embargo, la lucha no resultó efectiva. Estaban peleando contra poderosos equipos y gente que más le importaba el lucro aunque le costara la vida a sus semejantes. En una enorme y profunda cueva lanzaban todos los vivientes del bosque. En el fondo morián poco a poco. Allí también, rodando fue a parar el parque ceremonial indígena y sus monolitos con petroglifos tallados siglos atrás por nuestros pobladores libres de Borikén.

Ante la desigual batalla, algunos habitantes del bosque fueron a buscar ayuda y solidaridad en las hermanas islas caribeñas y hasta en la distante región de la Amazona en la América del Sur.

A pesar del apoyo, la derrota y destrucción avanzaba sin misericordia, ni piedad. Desde el fondo de la cueva se escuchaban insistentes y dolorosos quejidos que estremecían a las galaxias del universo astral.

Pero, de momento, silenciados quedaron los lamentos. Algo sucedía allá abajo entre los abatidos moradores. Es que conspiraban en la obscuridad. De la voluntad y el compromiso surgió una novedosa estrategia de lucha para salvar el sagrado lugar con 20 siglos de amor y comunión.

A un gran tronco de árbol con dos ramas inmensas lo cubrieron con la piel de la especies muertas amarrada con hilos de seda regalo de la mariposas y las flores silvestres. Luego, fueron pegando las plumas de las aves utilizando miel de las abejas y leche de la corteza de los árboles hasta cubrirlo en su totalidad. Los hongos y bacterias daban vida con un liquido mágico que naturalmente generan para fertilizar las plantas y suelos. En ese cuerpo impregnado traía un pedazo de todos los representante del bosque modelo en acción.

Entonces, de aquel sepulcro, un gigantezca ave volando del fondo salió. Traía la fuerza de la energía del egregor y el amor por su Patria. Con valentía y audacia se enfrentó al poderoso contrario. Con la unidad de todos vencieron y triunfaron sobre la codicia y avarcia de aquellos que no respetan la vida del prójimo ni el bien común.

Esa ave, sí, ese pájaro convertido en bosque pueblo en lucha hasta la emancipación, se llama Julián Chiví. Se distingue además, por su heroicidad ya que todos los años en septiembre vuela más de 10,000 kilómetros llegando a la amazonía en Brasil, Colombia, Perú y Venezuela. Resalta de esta ave migratoria que en esa jornada de unos seis meses de duración lleva un mensaje de agradecimiento eterno a sus pares por la valiosa contribución a la salvación del archipiégo borincano. Sobresale el Julián Chiví por que siempre, siempre, regresa a su terruño en el mes de febrero por el amor a su prójimo y a tener sus crías con identidad y puertorriqueña ciudadanía.

Pero, esta historia no quedó allí. La lección se perpetuó y su ejemplo evolucionó a otras generaciones que logró otro triunfo de las aguas, los bosques y nuestra gente al derrotar, primero la minería y después el gasoducto de la sin razón.

Qué nuevo hacer? … Por que yo soy un Julián Chiví, por que tú eres un Julián Chiví, me comprometo a cuidar mi Bosque del Pueblo en Adjuntas. Llegaré volando y cantando a otros bosques, manglares, playas y áreas de alto ecológico valor a repetir la hazaña para cumplir el deber con Puerto Rico, mi nación.

Alexis Massol González

12 Recibiento del Julián Chiví

8 de marzo de 2013

Bosque del Pueblo

Adjuntas, Puerto Rico

 

 

Distancias Total = 5,000 kms

SJ – Caracas = 891 kms

Caracas – Bogota = 1,045 kms

Bogota – Amazonas = 1,323 / 2368

Amazonas – Mata groso = 1404 / 3773

JChivi_MapaMigracion