El barrio Guilarte de Adjuntas tiene su Luz aunque no haya energía eléctrica.

“Cita”, inscrita como Luz María Brebán Mercado hace 66 años, ilumina el camino y suple las necesidades más básicas de la comunidad a través de su colmado, en la cotidianidad de un sector acostumbrado a un servicio inestable de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), pero mucho más en situaciones de emergencia.

Ello, gracias al sistema de energía solar que le fue instalado por la organización comunitaria Casa Pueblo de Adjuntas después del huracán María, a cambio de convertirse en oasis energético para residentes de la Cuesta Los Hernández, la Cuesta Los Paganes, fincas aledañas y el cerro de Guilarte.

Punto de encuentro

Brebán trabajó 30 años en el sistema de comedores escolares y al retirarse no fue a descansar, sino que se hizo cargo del negocio fundado hace 50 años por sus padres, Andrés Brebán Torres y Josefina Mercado Montalvo: el Colmado Cielomar.

Desde entonces han pasado siete años. Cita, con la ayuda de sus hijos Omar e Isaac López Brebán, atiende a sus vecinos y amigos, y les facilita alimentos, artículos de ferretería y efectos escolares.

Cielomar, ubicado en el kilómetro 1.9 de la carretera 131, acepta la tarjeta del Programa de Asistencia Nutricional. El negocio más cercano queda a 15 o 20 minutos de distancia en carro.

Este barrio siempre ha confrontado problemas con el servicio de la AEE, asunto que se agravó con el paso de María en el 2017. Para ese tiempo, la comerciante contaba con un generador eléctrico, pero las circunstancias para operar eran difíciles.

“Cuando llegó María teníamos la planta eléctrica, pero estaba el problema de la gasolina, que no se podía ir porque había mucho derrumbe, no había acceso al pueblo donde están las gasolineras y era un problema total”, recordó.

Sin embargo, Cita continuó la operación con un horario limitado.

“Abría por las mañanas para que la gente se supliera con lo que yo tenía”, señaló.

El rescate del sol

En el periodo post huracán, Casa Pueblo empezó a transformar la vulnerabilidad energética de Adjuntas a través de la instalación de sistemas de energía solar en viviendas ocupadas, mayormente, por personas con necesidades especiales. Pero también seleccionó a comercios ancla en distintos barrios -Vacas Saltillo, La Olimpia, Vegas Abajo y Tanamá- para ayudarles a reducir gastos operacionales, promover la retención de empleos y garantizar la venta de víveres. Cabe recordar que durante un tiempo no fue posible manejar dinero en efectivo luego del ciclón, y los colmados del campo todavía les fían a sus clientes.

En Guilarte, la oportunidad le tocó a Cielomar, a donde Casa Pueblo llegó en abril de 2018 para ofrecer algo que le dio vida nueva al establecimiento.

“Casa Pueblo dio la ronda por todos los barrios y me entrevistaron sobre qué vendía aquí y cómo suplía a la comunidad. Les dije que no vendía cigarrillos ni bebidas alcohólicas, y ellos lo tomaron en consideración al darme las placas solares”, relató.

De esta manera, reforzó el compromiso social que por décadas ha tenido Cielomar con la gente a la que sirve.

“Ellos me orientaron que era para ayudar a la comunidad, para que tuviera las cosas frías, la leche, el queso, el jamón. Venía gente con medicamentos y yo se los guardaba en la nevera o si se tenían que dar terapias, cargar los celulares, como ya había las facilidades de energía solar, se le podía dar el servicio a la comunidad”, indicó.

Los clientes, entretanto, “se alegraron muchísimo porque como hay confianza de la comunidad conmigo, se pusieron muy contentos”.

Con este valor añadido transcurrió el 2018 y 2019. En enero de este año, cuando se registró el terremoto de magnitud 6.4, los residentes volvieron a quedarse sin luz y Cielomar salió al rescate otra vez.

Y en todo tiempo, realmente, “porque se va mucho la energía eléctrica y ellos (los clientes) tienen la confianza de venir aquí”.

Alivio al bolsillo

“El sistema solar que me dio Casa Pueblo consiste de nueve placas y cuatro baterías. A la vez, yo vi la necesidad de comprar dos baterías más para guardar la energía y que me diera más duración”, dijo Cita.

El colmado opera en 75% con energía solar, que cubre las cargas críticas del negocio como neveras y luces. El restante corre con el servicio de la AEE. Esto ha representado que el gasto operacional por concepto de energía, que es el más oneroso para los comerciantes, le haya bajado a la mitad.

“Antes pagaba sobre $150 o $160 y ahora me vienen $80 y $85, que me bajó bastante. Pienso comprar más placas y más baterías para reforzar”, resaltó.

Al reflexionar sobre el giro que le ha dado la energía solar a su negocio, Cita no irradia más que alegría y gratitud.

“Nunca me imaginé que el negocio pudiera tener un sistema solar. Me sorprendí cuando vinieron a ofrecerme esa oportunidad y les dije que sí. Y es muy bueno para el negocio y para la comunidad en general”, manifestó.

Por Michelle Estrada Torres