Energía solar con responsabilidad social: el modelo de Adjuntas
Por Michelle Estrada Torres
Dos días después del huracán María, Isabel Martínez Vélez pudo abrir su negocio ubicado frente a la plaza pública adjunteña porque los únicos daños que tuvo se relacionaban con la inundación que mojó parte de la mercancía.
Sin embargo, ni el horario ni la rutina en la Ferretería Osvaldo fue la misma por mucho tiempo. Tata, como le conocen todos en el pueblo, y su esposo Osvaldo Ramos llegaban temprano en la mañana a quitar las tormenteras que habían puesto el día anterior, no porque hubiera mal tiempo, sino por miedo al escalamiento y al vandalismo.
Adjuntas, como el país entero, estaba a oscuras en un apagón sin precedentes.
Para tener algo de energía en el local, trasladaban diariamente el generador eléctrico de su residencia y ya a las 4:00 p.m. cerraban, colocaban las tormenteras nuevamente y se llevaban la planta para su casa. Al día siguiente, la historia se repetía.
Y mientras el matrimonio operaba así para intentar suplir el montón de necesidades de los adjunteños post ciclón, su hija Gloryvette Ramos Martínez, que en el local aledaño en la calle Rodolfo González opera el negocio Digital Point, estuvo impedida de abrir por varias semanas.
Ramos Martínez, quien junto a su esposo José Colón Plaza ofrece venta y servicios de reparación de celulares y computadoras, copias y fax -tan solicitados en ese momento para comunicarse con familiares y solicitar las ayudas por desastre- tuvo que inventárselas para poder reabrir.
“Fue algo bien difícil al principio porque estuvimos muchas semanas cerrados y queríamos trabajar para ganar nuestro sustento y también ayudar al pueblo. Tuve que moverme para conseguir el servicio celular y darle hotspot a la computadoras para poder trabajar”, recordó Gloryvette.
Cuando estuvo lista, sus padres salieron al rescate.
“La planta eléctrica que teníamos para la casa la traíamos en la mañana y la regresábamos en la tarde. Cuando mi hija abrió el negocio, nos quedamos con dos bombillas y el resto de la energía mi esposo se la facilitaba a ella para que pudiera operar. Estuvimos así como dos meses”, puntualizó Isabel.
El generador de Isabel se dañó y Gloryvette adquirió uno para seguir compartiéndolo. Trabajar bajo estas circunstancias fue cuesta arriba, pues el combustible escaseaba y las filas para adquirirlo eran interminables.
“Fue bien difícil el tiempo que pasamos sin luz, por tratar de comprar gasolina y dejar la planta lista para poderla usar al otro día”, recordó Gloryvette.
Posteriormente, la donación de una planta eléctrica para cada una facilitó las cosas, hasta que el servicio de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) se recuperó el 22 de diciembre de 2017.
Si hubieran tenido energía renovable para ese tiempo, las peripecias de Isabel, Gloryvette y el resto de comerciantes del casco urbano de Adjuntas habrían sido menores. Reconocer esa realidad y tener la visión, la voluntad y los contactos para cambiarla, ha sido la tarea de Casa Pueblo por los pasados tres años.
Casas, negocios, restaurantes, un comedor escolar, una égida e instalaciones públicas de servicios esenciales que ahora operan con el sol fueron su primera aportación con las donaciones de individuos, organizaciones y empresas. La próxima etapa es más abarcadora y ambiciosa, y se propone como el modelo a seguir para implementarse a nivel de país.
Ese proyecto se llama Adjuntas Pueblo Solar e Isabel y Gloryvette son las primeras comerciantes en tener en sus techos los paneles solares de la transformación.
Madre e hija, así como la ingeniera civil Cynthia Arellano, quien funge como project manager de la Fundación Honnold para este proyecto, son los rostros de la insurrección energética de la montaña.
Modelo energético novel y autosustentable
“Nos emociona grandemente el poder, si pasara algo así (como el huracán María), seguir brindando el servicio a la comunidad y todo el pueblo de Adjuntas”, compartió Gloryvette.
Para concretizar este proyecto, los comerciantes se unieron bajo una corporación sin fines de lucro llamada Asociación Comunitaria de Energía Solar Adjuntas Inc. (ACESA). Los demás participantes son las organizaciones gestoras Casa Pueblo y Fundación Honnold. La empresa Rivian donará el sistema de almacenaje, mientras Empowered by Light y REC Group han colaborado con donaciones de cientos de paneles solares.
Cynthia explicó que, en principio, se les instalarán paneles solares -220 kilovatios- a 13 locales que albergan 18 negocios alrededor de la plaza pública.
En la segunda fase, las placas solares se conectarán a dos contenedores de baterías que estarán ubicados detrás del Banco Popular y al lado de Súper Mueblicentro.
“Las baterías que vamos a usar son de los carros de Rivian que van a salir el próximo año. Vamos a darles una segunda vida. Cuando acaben de hacer todo el testing, Rivian quiere mandar las baterías (a Puerto Rico) y conectarlas al sistema”, explicó Cynthia.
Las baterías llegarán a Puerto Rico en mayo o junio de 2021. Cuando se complete la conexión, ACESA se convertirá en proveedora y principal fuente de energía de los comerciantes, y estos le pagarán el kilovatio a un costo menor al que ofrece la AEE. Será decisión de cada comerciante seguir conectado a la corporación pública como opción de resguardo y redundancia.
“A esos negocios les van a empezar a bajar las facturas y van a tener energía fija no importa cómo esté afuera, la lluvia y el viento. Además, los comerciantes quieren tener sus estaciones para que la gente pueda ir a cargar los teléfonos y guardar sus medicinas si se va la luz”, comentó la ingeniera nacida en New Jersey de padres colombianos.
El dinero ahorrado en la factura podrán tomarlo como un ingreso o usarlo para mejorar sus instalaciones, ampliar sus ofrecimientos o crear nuevos empleos; en fin, para crecer y progresar.
Por otra parte, el ingreso que reciba ACESA se usará para mantener el sistema operando y para reinvertirlo en obra social. Es decir, para energizar con el sol otras casas y negocios de Adjuntas, cuyos propietarios sean de bajos ingresos económicos.
Saberse partícipe de este proyecto de reactivación económica con responsabilidad social, tiene a Isabel entusiasmada.
“Nos sentimos bien orgullosos de tener energía solar y que otras personas tengan energía solar con lo que aportemos”, afirmó.
Mientras, Cynthia se goza la oportunidad de ser una de las actrices principales en este proyecto de autogestión comunitaria, uno de sus sueños desde que, como estudiante de Rutgers University, pasaba los veranos construyendo puentes de manera voluntaria en una ciudad de Bolivia.
“Lo que queremos es dejar un modelo de cómo se puede hacer esto otra vez en otra parte de la isla o fuera. No queremos que sea un proyecto y ya”, sentenció.