Ganancia para la comunidad la energización de un comedor escolar con el sol

Por Michelle Estrada Torres

Tener que desechar comida echada a perder por falta de refrigeración era una acción dolorosa para las tres empleadas del comedor de la Escuela Domingo Massol, ubicada en el barrio Saltillo de Adjuntas.

Adalis Olán González, Sandra Ortiz Feliciano y Luz Leida Caraballo Cuevas tienen vocación de servicio y su mayor regocijo es poder cocinar y servir los alimentos que consumen estudiantes de Saltillo, pero también de los barrios Garzas, Vegas y Pueblo, y del norte de Peñuelas que colinda con Adjuntas.

Por eso, cada vez que experimentaban apagones, que incluso se extendían por días, hacían lo posible por salvar los alimentos refrigerados llevándolos a otra escuela en el pueblo. Pero en ocasiones la pérdida era inevitable.

“Había veces que encontrábamos las carnes dañadas y no podíamos dar el desayuno y el almuerzo completo”, recordó Luz Leida, quien lleva casi 28 años como empleada de comedores escolares en el Departamento de Educación (DE), los últimos siete en este plantel de la montaña adjunteña.

La situación, que también perjudicaba el horario lectivo del estudiantado, ya era insostenible. Además, generó preocupación en el magisterio, madres y padres, quienes temían que el DE usara esto de excusa para cerrarles el plantel.

Por eso la comunidad escolar se movilizó y acudió a Casa Pueblo, con la petición de que les consideraran para obtener gratuitamente un sistema de energía solar.

La organización sin fines de lucro acogió el pedido y gestionó la instalación de 16 placas solares y dos baterías en la escuela. El sistema fue inaugurado en febrero pasado.

Casa Pueblo también les donó una nevera y un refrigerador solares. Esto, para lograr eficiencia energética como una base necesaria para instalar el sistema adecuado.

“Me siento muy contenta, feliz y agradecida del nuevo sistema solar que tenemos porque nos sentimos seguras de que podemos preparar los alimentos, que es lo que nos gusta, para poder entregarles la comida a los estudiantes”, expresó Sandra, empleada con una década de experiencia en el DE, quien ha trabajado los últimos dos en esta escuela localizada en la carretera PR-388.

La energía renovable, pues, les ha dado seguridad y estabilidad.

“El beneficio consiste en que podemos llegar seguras aquí, sin que esté oscuro, que podemos ejercer nuestro trabajo, atender a nuestros niños y hacer nuestra labor”, resumió Luz Leida.

Las tres empleadas están capacitadas para manejar el sistema que, cuando se cae el servicio de la Autoridad de Energía Eléctrica, puede proveer energía hasta por cuatro días.

Actualmente, el comedor sirve alimentos para 85 estudiantes diariamente, los cuales se entregan por servicarro debido a la pandemia de coronavirus.

La comunidad también se beneficia de esta instalación porque ha ganado un oasis energético al que acudir en caso de emergencia.

“Hay un acuerdo de que, en caso de una situación mayor, podemos ayudar a las madres lactantes, a las personas que sean diabéticas que tengan que guardar insulina, personas que se tengan que dar diálisis, y pudiéramos guardar medicamentos”, explicó Sandra.

Ese es el compromiso de reciprocidad que ha solicitado Casa Pueblo a cada recipiente de los sistemas de energía solar instalados luego del huracán María en hogares, negocios y dependencias gubernamentales, gracias a las donaciones de individuos y organizaciones.

“Esto es algo muy beneficioso para la escuela, los estudiantes y la comunidad”, aseveró Sandra.