La energía eléctrica es vital en el hogar de la adjunteña Shandia Pérez Collazo porque puede evitarle un ataque de asma a su hijo Dashyer o, en su defecto, permitir que se le den las terapias que requiere para estabilizarlo.
Ese servicio esencial se perdió con el paso del huracán María en septiembre de 2017 y obligó a la madre a buscar, desesperada, dónde poder conectar la máquina de tratamiento de su hijo.
Fue así que llegó a Casa Pueblo, el oasis energético de Adjuntas en medio de la emergencia, donde le proveyeron, día a día, mucho más que un enchufe. De ahí salió, a posteriori, una nueva líder comunitaria, educada y empoderada para multiplicar la solidaridad a base de energía solar.
La mano amiga
Después del huracán, a Dashyer le recomendaron terapias para tratar el asma varias veces al día. De noche eran mucho más urgentes, pues es al final del día cuando desarrolla ataques.
“Tengo un chico que es asmático. Tan pronto no ve la luz del día, comienzan sus ataques de asma, luego comienza a bajarle el azúcar y se empieza a sentir mal, mareado”, describió la mujer de 31 años de edad.
El niño, hoy de ocho años, y sus hermanas Daysha (11 años) y Aleysha (cinco años) tienen múltiples condiciones de salud de leves a severas como autismo, asma, hipoglucemia y problemas del habla, ocupacionales y físicos.
Cuando María dejó el archipiélago puertorriqueño a oscuras, la salud del niño se puso en riesgo. Durante el día, Shandia salía de su casa, ubicada en la calle San Joaquín, subía la calle Berio y cruzaba la PR-123 para entrar a la casa rosada que sí tenía luz y le daba la terapia respiratoria al menor.
“Entonces decido ir a Casa Pueblo todos los días, hasta que un día me dijeron: ‘Shandia, ¿qué te gustaría tener de Casa Pueblo?’. Yo me eché a reir y dije ‘pues, un pedacito de ustedes llevármelo pa’ casa’. Les dije: ‘será la energía solar’”, recordó.
Casa Pueblo le donó un sistema portátil solar para que pudiera resolver parte de las necesidades de su hijo en la casa, así como lámparas solares “para que mi chico no tuviera miedo”. A partir de ahí, su conciencia sobre los beneficios de la energía renovable fue en aumento.
Los ‘cucubanos’
Gran parte de Adjuntas fue reconectado al sistema de la Autoridad de Energía Eléctrica en diciembre de ese año, pero Shandia no tuvo el servicio hasta marzo de 2018 debido a la avería de la toma eléctrica de su vivienda. Y cuando volvió, los apagones eran la orden del día, por lo que el tratamiento de su hijo carecía de estabilidad.
“Ahí es que Casa Pueblo decide ir por toda esta área del Callejón del Sapo buscando casas para poder energizar. Cuando ellos llegan a mi casa me dijeron ‘si Casa Pueblo te diera las placas, ¿qué tú harías?’ y yo dije ‘más que agradecida voy a estar’”, rememoró.
Las placas se instalaron sobre un techo remendado con planchas de zinc que Shandia y su esposo Ricardo Pérez encontraron en la calle tras el huracán. Luego, con la ayuda de una fundación, se rehizo el techo y las placas se reubicaron. Actualmente, la residencia está energizada con el sol al 100%.
La casa de Shandia es una de 60 ‘cucubanos’ repartidos por todo el municipio, seis de ellos ubicados en el Callejón del Sapo. Cucubanos, porque así los bautizaron vecinos de la Calle del Agua al ser los únicos puntos que brillan en la noche cuando en Adjuntas no hay energía eléctrica.
Nace una líder
Shandia finalmente consiguió la seguridad energética que tanto había anhelado para su familia. Y, de paso, asumió la responsabildad de convertirse también en oasis energético para la comunidad. Esto no es más que los cucubanos en función del bien común.
“Con la luz solar, yo he guardado medicamentos de insulina, he cargado celulares, de mi propio celular hacen llamadas, han venido a darse terapias. Estamos aquí para darnos la mano siempre. Eso es lo que nos enseñaron y eso es lo que estamos haciendo y vamos a seguir haciendo. Aunque no seas de mi comunidad, si tengo que ayudarte voy a estar aquí para ti”, aseveró.
“Todas las casas, negocios y restaurantes que Casa Pueblo ha hecho (energizado con el sol) estamos siempre para ayudar, dar la mano al necesitado”, agregó.
Debido a que varios de los dueños de casas cucubanos en el callejón son adultos mayores, Shandia ha asumido el liderato para solucionarles problemas técnicos.
“Todos saben manejar el equipo, pero si en algún momento dado se les presenta una situación y no entienden, llegan aquí y me dicen ‘Shandia, ven ayúdame’. Y Shandia va y los ayuda”, aseguró.
En este periodo, también sacó garra para luchar por conseguirles techos a vecinos que perdieron el suyo por el huracán y ha trascendido el tema energético convirtiéndose en organizadora de actividades para niños.
“Cuando llegó María, me hizo pedazos totalmente, pero aprendí a levantarme y de ahí saqué una nueva líder, una nueva Shandia que necesitaba para mí, pero para todo el mundo también”, afirmó.
Reportaje por: Michelle Estrada Torres
Fotos por: Ian Fohrman